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Raúl Herrero

Fernando Arrabal en el Banco de España (o ¡un drama de Echegaray hay!)

Fernando Arrabal en el Banco de España (o ¡un drama de Echegaray hay!)

 

(En la fotografía contigua Javier Esteban y Fernando Arrabal en el Banco de España junto a la escultura a Echegaray. Fotografía de Raúl Herrero.)

A las puertas de la sede del Banco de España en Madrid montábamos guardia José Rivela, al que Arrabal define como “El trotaparnasos”, Javier Esteban XXI, Luce Moreau, esposa del dramaturgo, el mismo Arrabal y quien esto escribe. El propósito de nuestra esclarecida guardia no era otro que introducirnos de golpe y porrazo, sin encomendarnos a los dioses ni a los astros, ni a las autoridades, y con la alarma de la amenaza terrorista sobrevolando nuestras cabezas, en el santo lugar del peculio para rendir homenaje al fundador de la casa, el escritor y premio Nobel José Echegaray y Eizaguirre. Arrabal argumentaba: “En vida de Echeragary todos los escritores y artistas españoles firmaron un manifiesto contra su figura, con excepción de Benavente y el compositor, por mí tan admirado, Albéniz.

¡Fue un matemático de primer orden! Al final de su vida declaró que no podía morir porque todavía le quedaban por escribir algunos tomos de sus obras de carácter matemático.” Mientras Arrabal se paseaba por el descansillo del Banco, Rivela le grababa en video. Un guardia de seguridad, amable, a la par que serio y uniformado, nos dio una noticia terrible: ¡En este lugar no se puede grabar, lo lamento! Javier armado de su teléfono móvil se puso en contacto con la jefa de prensa. Tras unas gestiones, que duraron casi horas aunque pasaron como segundos, mientras tomábamos un café con leche y churros en la cafetería del Círculo de Bellas Artes, se solventaron los inconvenientes burocráticos. Javier nos hizo levantar de los asientos tras espetar: ¡Ya podemos pasar!

“Quiero rendir homenaje al ilustre Echegaray, célebre matemático español y premio Nobel, en la estatua que se oculta a la vista del público en el interior del Banco de España”, repitió Arrabal.A las puertas del lugar nos aguardaba una amable señorita, responsable de prensa del lugar, que nos proveyó de las indispensables acreditaciones. Tras un largo recorrido por pasillos en obras, según se nos dijo se adaptaba la protección contra incendios del edificio a la normativa actual, llegamos a nuestro puerto. En una antecámara circular, acompañado por dos ventanales cuyas vidrieras representaban a Hermes y Atenea, contemplamos el cenotafio en homenaje al fundador del Banco de España. Javier y quien esto pergeña se enfundaron en camisas de actores para participar en el rodaje de una pequeña escena que Arrabal deseaba incluir en su próxima película. El “cameraman” Rivela se movía de un lado a otro para tomar los diversos planos. Tras unas cuatro repeticiones de la misma escena, tomadas desde diversas distancias y con vistas a realizar diferentes planos, nos despedimos de la escultura. Javier afirmó con devoción: ¡Echegaray debiera haber pedido que le enterraran en el Banco de España!

Por la noche, esa misma compañía, a la que, entre tanto, se unieron el sonetista Martín Marcos, el pintor de Orense Penin y Marta García nos adentramos en el espectáculo que inauguraba la temporada teatral 2007/2008 en Madrid. Juan Carlos Pérez de la Fuente, director de las obras de Arrabal El cementerio de automóviles y Carta de amor, se ocupaba de la organización del evento. Tras tres días sin dormir se mostraba nervioso, se abrazaba a Arrabal, le animaba y se deshacía en un intento de asegurarse la perfecta organización del evento. “Siempre ocurre lo mismo, una hora antes parece que todo vaya a fallar y, sin embargo, al final sale bien”, argumentó Arrabal.Ya iniciado el espectáculo el secretario de estado de cultura y otras autoridades, no acreditadas ni definidas, se adentraron entre bastidores para fotografiarse junto al dramaturgo. En verdad parecía preocuparles sobre todo que quedara constancia en papel fotográfico del breve encuentro y, cuando se cumplió tal propósito, los cortesanos huyeron cual conejos de monte.Vistieron a Arrabal con un uniforme que parecía sacado de las cohortes napoleónicas. Entre tanto Martín Marcos me hablaba de la Vía Láctea. En verano, me comentaba, cuando me tumbo en el pueblo bajo a los árboles, percibo ese blanco camino con toda claridad. Entonces recordé que los griegos clásicos llamaban a este sector del cielo“camino de leche”, puesto que atribuían su creación al flujo lácteo naciente de un pecho de la diosa Hera, esposa de Zeus.

Al final todo fue un éxito, como siempre. Mientras toda la compañía brindaba  al compás del champaña con Luce, que sonreía a pie de escena,  Arrabal gritaba desde el escenario: ¡No veo a mi novia!
El trayecto de la vía láctea guarda correspondencias con el camino de Santiago, por eso Buñuel tituló su película inspirada por estos actos de peregrinaje: La vía láctea.

De vuelto al interior de la noche Javier Estaban hizo gruñir su coche al ritmo de la canción Hurricane de Bob Dylan.

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