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Raúl Herrero

Suite diario de Nosferatu (Aguafuertes)

Suite diario de Nosferatu (Aguafuertes)

 

(Redacté el siguiente grupo de poemas allá por el año 2001. Se incluyeron en el poema inédito El silencio en llamas (2002), bajo el apelativo Interludio -Suite diario de Nosferatu-. Hasta ahora no habían sido accesibles a los lectores.)

 

Para Iván Humanes, que sospecho se deleitará con tales viandas.

 

Preludio

El rostro parece amasado con escayola

o acicalado con talco.

Nosferatu hunde los colmillos

en el blanco busto de la paloma:

dos sílabas o golpes de sangre

resbalan por las alas

y se derraman en la tierra.

En la mansión revolotea humo

que, una vez en el firmamento,

se convierte en otra ave.

Nosferatu, que es cabalista,

yergue la mirada para fulminar

al pájaro con su cautivo reflejo.

I

Duermo en la bañera lechosa

rebosante de sangre cuajada.

A veces me desvisto en medio

de la nocturnidad,

me lanzo a través del espejo,

que me expele transformado en

gárgola, en éter, en la forma

de ninguna forma.

 

II

Al escudriñar mi sombra

en el agua estancada,

mi rostro enmudece

y paso varios días ciego

en busca de mi identidad perdida.

III

El castillo amanece a diario

con nuevas grietas en la piel.

El viento recorre las profundas galerías

como una incorpórea serpiente interminable.

Entonces me envuelvo en mi paño,

me arrincono con la cabeza hundida

entre las rodillas, tirito de frío.

IV

La muerte imposible

me duerme lentamente con la punzada de la espina.

La busco

entre las bestias, los cazadores, los extraños.

La eternidad me acosa

con su caballo furibundo y muerto.

Apenas me sobrevive

mi propio espectro cambiante,

dueño de mis vestidos,

fantasma de mi carne,

testa con tez de terrera.


V

Mi alma rebosante de sarcófagos,

mi alma disecada,

mis genitales de caballo persa tiznados,

mis dientes ahora de confitura,

mis pies hoy de estiércol,

mis ojos…

Prefiero renunciar,

que los insectos se alimenten de mi cuerpo.

VI

Cuando los picotazos en la cabeza

se tornan insoportables,

me someto a incisiones profundas

en los brazos o en los muslos.

La tensión desaparece gradualmente,

acompañada por el lentísimo fluir

de unas larvas púrpuras que, como la sangre,

se deslizan fuera de las heridas.

VII

Los días se amontonan uno sobre otro

con el perfume de adormidera de los fardos míseros.

Y me mantengo viejo.

Decrépito, aunque azulado.

Por las noches enciendo el fuego blanco;

en los espejos

contemplo las ruinas

que me apresan como si les perteneciera.

 

VIII

Arrodillado junto a la orilla

me asomo al interior del agua,

veo en la corriente mi residencia.

Con ojos invisibles descubro

que mi cabeza, arrastrada por el río,

se dirige a la mar.

2 comentarios

IHB -

Gracias por tan suculenta vianda, sangre en vena. Y lo más importante: Nosferatu, que es cabalista... Abrazos desde el no-reflejo en el río...