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Raúl Herrero

Enrique Villagrasa escribe sobre Los trenes salvajes de Raúl Herrero

Enrique Villagrasa escribe sobre Los trenes salvajes de Raúl Herrero

 

Raúl Herrero: Imágenes elevadas al máximo de sus posibilidades

 Autobiografía lírica del inquieto

La lectura de Los trenes salvajes del polifacético escritor, pintor, editor, Raúl Herrero (Zaragoza, 1973), me ha supuesto un trallazo mental tal que me ha llevado a pensar que, tal vez, el fin que persigue su poesía es dislocar toda la poesía escrita hasta ahora por los Coplones travestidos / con paño de experiencia. / ¿Son poetas o barbos? / Para mí es flatulencia. Puesto que, no en vano, inicia este poliédrico poemario con una invocación a la musa y lo termina con la repetición de la invocación para que lo libre de la jauría infecunda. Pero no sólo esta fina burla tiene el lector a su alcance, también hay poemas dedicados a Li-Po, Sinatra, Ivonne de Carlo, Christina Ricci, Lugosi y Karloff, Charlot, Thelonious Monk y Paul McCartney, Nosferatu, entre otras referencias cinéfilas y musicales como el cabaret, Mozart, Beeethoven, Liszt y a poetas como Góngora  y guiños a Alicia, para terminar con su autobiografía, de obligada lectura, pues al poeta hay que buscarle siempre en su palabra escrita.

Y, para decirlo claro, su lectura me ha supuesto un enfrentamiento a un lenguaje sembrado de imágenes elevadas al máximo de sus posibilidades: Enredados por la muerte  / los niños / preguntan al cadáver por su estado / y éste, casi en silencio, / sin apenas gesticular, /responde con la paciencia de un muerto. Un pluscuamperfecto y sorprendente poemario que, aun no necesitado de delantales ni capas, se rodea de todos ellos como claro homenaje a  esos mismos escritores que le acompañan y ellos responden con la alegría del amigo, ante el último hombre del Renacimiento, porque entonces dormía donde mueren los trenes salvajes.

Si de Herrero había leído su reconocido drama El hombre elefante y el cuaderno Punto de no retorno, éste de su ya famoso Ciclo del 9, y había apreciado su inquietud por los silencios en llamas y su perseguida transustanciación de la materia poética, pues en él perduraban las preguntas y las respuestas movían al olvido, con su eterno planteamiento sobre la muerte, pues no hay eternidad sin muerte, porque creo como el poeta que paradójicamente la conciencia de vivir nos lanza a la muerte pues Donde la muerte anida / antes habitó vida. Y, si la poética del autor que nos ocupa, de los salvajes trenes sobre los campos arados o no de la literatura, apuesta por lo del sujeto como lo del predicado, o dicho con ecos cabalísticos: lo de arriba como lo de abajo, hay que creer con él y en él, en y con su poesía, porque ésta aprehende de la vida y de sus enseñanzas.

Poeta de amplio bagaje cultural, manifestado en tantos y tantos libros como ha leído y los que le quedan por leer junto al río de corriente sonora / para merendar la letra impresa escrita. Sus trenes salvajes braman salvajemente y hacen un juramento expreso por la fe, la esperanza y la caridad del hombre, enarbolando la bandera de la libertad, la igualdad y la fraternidad: lo que me lleva a pensar que es el último galo de la aldea ante la globalización católico-romana. Este nuevo poemario de Raúl Herrero cuenta con un prólogo del desaparecido Antonio Fernández Molina y acertados dibujos de Isabel Fernández Echeverría, y la portada es un collage de Juan Francisco Nevado.

  

Enrique Villagrasa

  

[Reseña aparecida en Artes & Letras, suplemento cultural de Heraldo de Aragón. 25 de febrero de 2010.]

 Si el lector llevado por un ansia irrefrenable desea hacerse con el libro:

http://www.casadellibro.com/libro-los-trenes-salvajes/1616175/2900001351336

 

A mí sólo se me ocurren Carlos Edmundo de Ory, original y sorprendente y mi admirado Antonio Fernández Molina, genial siempre. Algún Gradolí, que se aleja sin desearlo de su mediterraneidad y entre las nuevas generaciones, un extraordinario Raúl Herrero, que va para clásico.

José María de Montells

El poeta se inserta con entusiasmo y duende en los movimientos literarios más renovadores. Favorecen su imaginación y su rebeldía. Y muy especialmente sus juegos artísticos y su reivindicación del azar.

Luce Moreau-Arrabal

 

Es precisamente ahí en el choque entre lo concreto y lo abstracto, donde encuentro la fuerza de los poemas de Herrero, así como en sus imágenes...

Jóhann Hjálmarsson

Herrero nunca sucumbe a la arrogancia ni al dogmatismo, siempre se muestra reflexivo y pensativo.

Viveca Tallgren

Creador audaz, Raúl Herrero, fracciona su tiempo a modo de tablero de ajedrez y, amigo de Roberto Goa, escribe con los ojos, mira con las manos y pinta con el corazón.

Antonio Fernández Molina 

Prólogo de Antonio Fernández Molina
Dibujos de Isabel Fernández Echeverría

Los trenes salvajes, Libros del Innombrable, Biblioteca Golpe de Dados,

ISBN: 978-84-92759-14-9
160 págs

 

 

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