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Raúl Herrero

El final (Poema en homenaje a Tristan Tzara)

El final (Poema en homenaje a Tristan Tzara)


Encontrábame sentado en un café,
en el mismísimo fondo de una laguna
entre la cafeína y el azúcar,
cuando conocí en persona al poeta
Tristán Tzara, y a su no menos interesante
monóculo monóculo monóculo.
Este gran amigo muerto en el año
mil novecientos sesenta y tres,
este aproximativo marsupial disfrazado
de lecho eterno que me sirvió de lecho,
al verme, con una taza encasquetada
en la cabeza, inició una conversación
que se alargó durante sesenta y seis años,
durante los que perseguimos,
con sendos bastones, a un mismo hombre
muy serio, mal poeta y peor persona.
Es posible que esto a ustedes
les parezca una tontería, o les impresione
de tal manera que no terminen de
leer el poema, sin embargo, ¡créanme!,
no pensarían lo mismo si formaran parte
de un batallón de infantería
en la I Guerra Mundial.
Sí, esa guerra que prostituyó a Europa,
la gran uña, durante cuatro años; sí,
a la misma Europa que compuso
unos cuartetos dedicados a Haydn;
la misma Europa que atesoró
en sus entrañas escenas orgiásticas;
la misma Europa masacrada por ese gran
comedor de peladillas y obuses que era
el Káiser Guillermo II;
la misma Europa que ahora envidia
a un pariente lejano inventor
de la crema de cacahuetes:
detestablemente mediocre.
Pero nos hemos desviado de Tristán Tzara.
Este orador delicuescente fue
capaz de apalear durante quinientos años
a las más arruinadas mentes malpensantes,
apoyado en sus inicios por su hijo Dadá
y, más tarde, con el muy simpático André Breton.
La insonorización crepuscular evolucionó
con sus aportaciones hasta alcanzar
al arte moderno.
Sin Tzara este poema sería un cacharro,
como lo seguirá siendo
para paisajistas recolectores
de vacas envenenadas,
o minadores que consideran trasnochadas
las teorías vanguardistas,
y que proponen, en su lugar,
estéticas superadas con
el descubrimiento del fuego.
Visité su tumba, cuya originalidad
me mantuvo en vela hasta que terminé
el libro-bolol.


9 de octubre de 1994


Raúl Herrero

 

(Este poema en homenaje a Tristan Tzara cerraba el poemario Bolol (y ningún otro poema), 1º Edic 1994, 2ª edic, 1998. Posteriormente se incluyó en mi antología El mayor evento (1989-2000), con prólogo de Luce Moreau-Arrabal y dibujos de María Luisa Madrilley.)

2 comentarios

dirtyclothes -

La familia Rufianes se siente más rastrera que cuando el Gobierno ocultó la crisis, pero se ve obligada a mendigar tu voto no por ganar el concurso, si no al menos para poder estar entre los tres finalistas y que el jurado valore su humor gráfico en vista a en un futuro poder salir en su periódico. Son así de vanidosos…
Si te gusta el blog y les votas, te darán las gracias. Si no, que ya sabemos que estas hasta lo cojon… de los spam, critícalos e insúltalos que eso les pone mucho. Y es que los trapos sucios se lavan en casa , o lo que es lo mismo, dirty clothes clean at home 

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La familia Rufianes se siente más rastrera que cuando el Gobierno ocultó la crisis, pero se ve obligada a mendigar tu voto no por ganar el concurso, si no al menos para poder estar entre los tres finalistas y que el jurado valore su humor gráfico en vista a en un futuro poder salir en su periódico. Son así de vanidosos…
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