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Raúl Herrero

El discurso (Entremés o paso, XIV)

El discurso  (Entremés o paso, XIV)

Entremés.
Pieza de teatro jocosa, en un solo acto, que solía representarse entre una y otra jornada de la comedia. María Moliner, Diccionario del uso del español. Segunda edición, Madrid, 1999.

Pieza dramática jocosa y de un solo acto. Solía representarse entre una y otra jornada de la comedia, y primitivamente alguna vez en medio de una jornada. Diccionario de la lengua de la Real Academia Española. Vigésima primera edición. Madrid, 1992.

 

En  el centro  de la escena  un atril de orador. Varios micrófonos  adornan la parte superior del mismo. Un emblema extraño,  sin relación con los conocidos o por conocer,  se exhibe en la carcasa que recubre el esqueleto del atril, a la vista del público. Al fondo de la escena una de esas tonalidades en degradado pensadas para que contraste con el aspecto  del orador. Se escuchan en off varias conversaciones entremezcladas con murmullos de los asistentes que aguardan impacientes el inicio de la conferencia.

 

(Voces en off:

Mujer 1.-Verás que bien habla. ¡Qué elegancia en el vestir, qué prestancia! Me gusta tanto que casi olvido que es un  hombre.

Mujer 2.-En Somormuja de las Ramas se dice que en mitad de la conferencia se transformó en un grajo con zapatos de tafilete. Imagínate la sorpresa y la algarabía del público.

Mujer 1.-¡Milagros como esos los tiene a cientos! ¡Qué digo a cientos, a millones y trillones, y a más de más en más!

Mujer 2.-He encerrado a mi marido en el wáter para escaparme y asistir a tamaño acontecimiento.  Él es del mismo partido, pero milita en otro grupo de otra facción, de otra corriente, ¡y se niega  a vestirse de amarillo!

Mujer 1.-¡Qué me vas a contar! El mío se empeñó el mes pasado en cambiarse de sexo y ahora fíjate, ¡qué papelón!

Mujer 2.-Hasta los orificios nasales me tiemblan de temor y de terror.)

 

Se escucha griterío, pitidos y a un individuo que anuncia su mercancía: pipas, caramelos, chicles, etc.

 

(Voces en off.

 Hombre 1.-Se comenta que pronto sus discursos se venderán en discos, pero en discos de los de antes, de los de piedra.

Hombre 2.-Precisamente ayer pasé la tarde en el rastro y adquirí una gramola. También había oído ese rumor y por si acaso…

Hombre 1.-Yo no me lo pierdo. Siempre que viene a la ciudad vengo con  toda mi familia…

Hombre 2.-¿Y ese revólver?

Hombre 1.-Es que si les obligo no quieren venir, ¡y por ahí no paso!

Hombre 2.-¡Es tan hermoso tener la verdad y saberlo y actuar en su nombre!

Hombre 1.-¡Y otra cosa! Cuando uno posee la verdad, pero la verdad única e indivisible, en su nombre lo mismo se quema una iglesia, que se comete un genocidio ¡Y eso a uno le deja con un buen sabor de boca incomparable.

Hombre 2.-Y con la conciencia del deber cumplido.

Hombre 1.-Eso, eso, del beber cumplido.

(Suena una música que podría semejarse a un himno, pero que recuerda que acompaña a la entrada de los payasos en el circo.)

 

(Siguen las voces en off.

Mujer 1.-¡Ya sale, ya sale!

Hombre 2.- ¿Por dónde, por dónde?

Mujer 2.-(Gritando.) ¡Qué emoción, qué emoción! Las canillas me tiemblan, las orejas me vuelan…

Hombre 1.-¡Olé, olé! ¡Machote! ¡Gran torero y gran marciano!

 

(Suenan gritos, improperios, bravos, alabanzas, silbidos, en fin, todo tiempo de estruendos que pueden interpretarse a favor o en contra del Conferenciante. Entra a escena un hombre trajeado, con el pelo engominado y con, aproximadamente, quinientos folios en la mano. Mientras suena el griterío de las masas el hombre se sube al estrado. El atril se encuentra demasiado bajo y el conferenciante agacha el cuello hasta quedar en una posición ridícula.)

 

Conferenciante.-Buenas tardes, mujeres, hombres, animales, consagrados y contrahechos.

(Aplausos y bravos desaforados.  El conferenciante comprende lo ridícula de su postura, agachado ante  el atril y dirige unos gestos hacia el exterior. Entra un operario vestido con un mono azul.)

Conferenciante.-(Al público) Tenemos un pequeño problema, por favor, tengan paciente, enseguida estaré con ustedes.

(De nuevo el griterío ensordecedor.)

Operario.-Y ahora, ¿qué quiere?

Conferenciante.-El atril se encuentra demasiado bajo.

Operario.-¿Sabe el trabajo que llevaría cambiar la altura del aparato?

Conferenciante.-Pero oiga, no puedo pronunciar mi discurso en estas condiciones, medio agachado. Además apenas se me ve la cara y se pierden los gestos que he ensayado durante años frente a un espejo.

(Gran estruendo de alabanzas y aplausos.)

Operario.-(Mientras se saca una lima de uñas y comienza a practicar la higiene con semejante parte de su cuerpo) Si lo hubiera dicho antes. Pero a estas alturas, compréndalo. A mí lo de los gestos, imagínese, me la traen al fresco. Yo tuve una vez un mono que también gesticulaba mucho y al final le di un buen soplamocos y le quite la tontería.

Conferenciante.-¿Y qué hacemos?

Operario.-Desde luego yo solo no puedo situarle el atril a otra altura. Comprenda que me pide un imposible y un imposible pues es eso… ¡es un imposible!

Conferenciante.- Pero ¿alguna solución habrá?

(En off diversas voces gritan: “Eso, eso soluciones. Dales duro. ¡Qué sepan lo que es un hombre!”)

Operario.-¿Soluciones? Si quiere puedo avisar a mi ayudante. Pero se encuentra de luna de miel en París y en un taxi tardará en llegar aquí una media de siete u ocho horas por lo menos.

Conferenciante.-¿Tanto tiempo?  ¡Pero eso no puede ser!

(En off diversas voces gritan: “Claro que no. ¡Qué vergüenza de país! ¡Qué razón tienes!  ¡Y menudo tiempo!, en invierno frío y en verano calor”)

Conferenciante.-¿Y si le ayudo?

Operario.-¿Usted ayudarme? No me haga reír. Usted ni es profesional, ni es nada. Además seguro que si luego algo falla me cargaré el mochuelo.

Conferenciante.-Pero yo tengo que dar mi conferencia…

Operario.-A mí no se me ocurre nada. Así que, si no le importa, me voy, que tengo mucho que hacer.

Conferenciante.-¿Y piensa dejarme usted así?

(En off diversas voces gritan: “¡No, eso nunca. Estamos contigo. Guapo. Carnuzo. Luz y sombra de la vida y la muerte.”)

Operario.-Usted verá.

(El operario sale. El conferenciante solo. Deposita sus quinientos folios en el atril  y con el cuello y la espalda inclinadas, casi en cuclillas, comienza el discurso.)

Conferenciante.-Al parecer, si no tienen inconveniente, les ofreceré mi discurso en estas condiciones. Espero que no les importe.

(En off diversas voces gritan: “¡Todo lo que tú hagas está bien. ¡Viva la madre que te parió! ¡Agáchate más que no te vemos!”)

Conferenciante.- Es mi intención hablarles hoy de un asunto que anda en boca de todos y que congestiona  sus mentes ya, de  por si, no muy despiertas.

(En off diversas voces gritan: “Eso, más congestiones y más mentes. ¡Y más horas de trabajo! Mucho sinvergüenza es lo que hay.”)

Conferenciante.- Me refiero, como todos ustedes habrán adivinado, a la vena carótida y al problema de las constelaciones y estrellas enanas.

(En off diversas voces gritan: “La enana lo será tu madre. Canta un tango. Menos venas y más arterias.”)

Conferenciante.-Como les decía vistos desde la perspectiva que nos brinda la teoría de la relatividad y de las suposiciones que de ella se derivaron nos muestran una inquietante visión de un somormujo que día a día nos sorprende más, con estrellas evolucionando.

(Gritos en off de entusiasmo y de adhesión incondicional)

Conferenciante.- Un nuevo concepto de información, basado en la naturaleza cuántica de las partículas elementales, abre posibilidades inéditas al procesamiento de patos. La nueva unidad de información es el quita y daca, que representa la superposición de 1 y 0, una cualidad imposible en el universo clásico, ya se griego, latino o de Alpedrete de la Sierra,  que impulsa una criptografía indescifrable, detectando, a su vez, sin esfuerzo, la presencia de terceros que intentaran adentrarse en el sistema de transmisión. Y si me apuran incluso de cuartos y de quintos, sobre todo en las fiestas de los pueblos donde la fiesta de los llamados quintos gozan de raigambre y de hidalguía.

 (En off diversas voces gritan: “¡Y menos mangantes es lo que hace falta! Eso y más carruseles en las plazas públicas. ¡Viva el Corral de la Pacheca!”.)

Conferenciante.- Los roorganismos y los miniorganismos pueden alcanzar el espacio epidural espinal por tres vías:

a) por vía hidatógena focos y luces  sépticos distantes astático (4-7).  Y eso si el equipo juega en casa. Luego la pelvis y la piel (drogadicción intravenosa, forúnculos) o las infecciones de vías respiratorias (neumonías, patologías de patos y la inseminación artificial, esta última más frecuente).

b) por contigüidad directa o a través del plexo venoso epidural, de infecciones locales como el nacionalismo, el don de lenguas y la aerofagia.

c) por inoculación directa por traumatismos, cirugía o procedimientos diagnósticos (4,5) y hasta 10 que era la máxima nota sin duda suspende. Así, se han descrito casos tras punciones lumbares, anestesia epidural, empleo de catéteres epidurales temporales, melografía y la discografía completa de Los indios Tabajara.

 

(En off voces gritan: “No quiero llorar, no quiero llorar, pero es que me cago. Ahora sí que tendremos una revolución como Dios manda. Eso, eso, ¿y las pensiones qué?”)

 

Conferenciante.- Es menester haber tenido práctica por lo menos durante 1 mes antes del parto. Cuando ya todo está dispuesto para el parto, al sobrevenir una contracción, se toma la mayor cantidad de aire posible y se retiene para hacer fuerza y pujar, se hinchan tres o cuatro mil globos y luego se venden a los niños recién nacidos. Si se tiene suerte en la puja uno puede ahorrarse hasta cien mil dólares. Ahora bien si el parto tienen lugar en un casino.. la cosa cambia.  La fuerza debe estar dirigida a la pelvis, tratando de evitar que se vaya por otros lados, como por ejemplo los orificios nasales y los gástricos. Los lugares más frecuentes por donde se desvía la fuerza del puje, son la garganta y los brazos, aunque también puede ser que se vaya la fuerza por la boca al acordarse de la parentela del inseminador salvaje que provoca en tales circunstancias dolores sin tregua a la futura madre, también puede darse que la fuerza se vaya  a los brazos si son brazadas. También es meneser evitar endurecer y hacer fuerza con los brazos y la garganta, por lo que conviene no cantar durante el parto, y dirigir toda la fuerza hacia la pelvis. Retener el aire lo más que se pueda, todo lo que dure la contracción. Dicha contracción puede alargarse entre  un minuto y varios días e incluso varios años.

 

(En off voces gritan: “Ahora sí, ahora sí. ¡Viva don Rómulo! ¡Viva don Remo! Yo ya me puedo morir tranquilo porque llevo una merluza que no me siento el esfínter.”)

 

Conferenciante.- Y esto, a grandes rasgos, era lo que deseaba decirles. Ahora, si me disculpan, debo retirarme, no sin antes desearles a todos feliz año nuevo y un próspero ahínco vecinal. ¡Viva la remolacha!

 

(En off voces gritan: "¡Viva la remolacha!",  entre llantos, alabanzas y aplausos. El Conferenciante realiza el mutis, ya como un jorobado,  mientras hace la V de la victoria.)

 

TELON

 

 

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