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Raúl Herrero

Libros y revistas se vuelcan en mi buzón (o Antonio Fernández Molina, Xenio en Alagón)

Libros y revistas se vuelcan en mi buzón (o Antonio Fernández Molina, Xenio en Alagón)

(En la fotografía superior la cerámica que exhibe el Centro Cívico de Alagón con el nombre de Antonio Fernández Molina. La pieza la ha realizado el propio Concejal de Educación y Cultura Juan José Gálvez Tomey. Fotografía de Javier Terrer.)

 

Como si procedieran de un insaciable árbol me alcanzan libros y revistas, cual hojas encuadernadas agolpadas en mi buzón. Mi estimado Iván Humanes me traslada un ejemplar de la revista Crítica (Revista cultural de la Universidad Autónoma de Puebla), donde ha publicado tres interesantes e inteligentes poemas. Refiere en el segundo titulado Arquitecto: “Cazador de uno mismo que rechaza la construcción /Todas las construcciones /Que no son empapelar de Monsieur Teste las paredes/Y trabajar la escritura imposible.
Desde las manos de otro poeta, Enrique Villagrasa, recibo su último poemario Paisajes, donde se endulzan, manosean, retuercen y se oponen poemas sobre un amor y el deseo frenético. En especial me ha conmocionado su extenso poema inicial.
Recibí con los ojos engominados por la emoción, con los ojos rasurados por el deseo, el éxtasis y la cornucopia, la nueva revista de mis amigos de 13 trenes. Han sido tan pertinaces e inconscientes como para incluir uno de mis poemas dentro de la revista. Se trata de un homenaje a la actiz Ivonne de Carlo, sublimado en su caracterización del personaje de Lily Monster. Al texto le acompaña una hermosa fotografía de la actriz con toda su donosura gótica. En las primeras páginas de este número puede encontrarse el lector con un acertado y siempre necesario homenaje a Juan Eduardo Cirlot. También se incluyen dos cartas que envió Cirlot a Antonio Fernández Molina.
Y, por otro lado, los reconocimientos a mi maestro Fernández Molina siguen tan imparables como los 13 trenes que enviaba Eduardo Chicharro a Carlos Edmundo de Ory. El 16 de noviembre se inauguró en Alcañiz una exposición pictórica de lienzos de Fernández Molina. La misma muestra se presentará dentro de unos días en Teruel. Por cierto, el catálogo extraordinario (es decir, por encima de lo ordinario) lo ha diseñado mi amigo Paco Nevado.

Además, el pasado día 1 de diciembre Alagón otorgó su nombre a un Centro Cívico que, en el futuro, recogerá una exposición permanente de la obra del poeta-pintor. Carlos Sierra, amigo de F. Molina y director de la revista Laberinto, impulsó esta merecida muestra de respeto por su también admirado maestro.
En el acto de institucional participaron Juan José Gálvez Tomey, concejal de Educación y Cultura, José Mª Becerril Gutiérrez, Alcalde de Alagón y Ester Fernández, hija del autor y comisaria de la muestra arriba mencionada.
El acto promovió el reunió a varios admiradores de la obra de Antonio Fernández Molina. Así nos encontramos diversos amigos que coincidimos de la mano del que era nuestro muto amigo, así como un amplio grupo de escultores, poetas, escritores y algunos políticos.
El encuentro respiró el ambiente de Molina con los muchos nietos de las seis hijas del artista rondando las cucharas del postre y practicando los sonidos que emiten las copas cuando se llenan de agua de poeta. (No sólo de vino vive quien vino.)

Ángela Ibáñez me recordó los años de la tertulia en el café Dalí y, de nuevo, me ofreció un listado de ideas y antologías que, con todo descaro, le han “robado de su cofre de ideas” los mismos que juegan con ella y un servidor a la ocultación. ¡Pobrecillos!
Ramón Acín se levantó antes de iniciarse la comida para brindar por Antonio Fernández Molina. Josefa, la viuda y musa del artista, sonreía y aleteaba esas alas que mágicas que esconde bajo sus ropas y que tanto inspiraron al genial e insustituible poeta y pintor.

 

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