Mujer barbuda (Poema de Richard Outram)*
De hecho soy del público una esclava;
cómo me gustaría ser indisciplinada
y empezar la mañana con una afeitada;
pero no me atrevo. Cada día me levanto
para mirarme al espejo con los ojos gachos
y, aunque me repugne, atusarme el mostacho
y acicalarme completa, obedientemente,
rizando las patillas untadas con aceite
antes de salir a enfrentarme con la gente.
Soporto el día entero los crueles azotes
de mil bromas soeces, insultos y sarcasmos;
yo leo los labios sin que nada se me note.
Se dice que no hay en el infierno alojada
furia semejante a la de la mujer despreciada:
sabrá Dios por qué yo estoy de este modo adornada.
Incluso al Todopoderoso le será peliagudo
encontrar entre los humanos aunque sólo sea uno
que me ame a pesar de mi semblante peludo.
Mas cuando el mundo y el tiempo hayan pasado,
vendréis todos frente a mí, sentada a Su lado,
radiante Novia Suya con el rostro barbado.
* (Poema extraído del libro En el bosque del espejo de Albergo Manguel (Alianza Editorial, Madrid, 2001)
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