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Raúl Herrero

Los bluesman: entre Orfeo y Homero

Los bluesman: entre Orfeo y Homero

Los expertos mencionan la raíz africana del blues, a la que añaden el filtro de las generaciones de esclavos primero, de trabajadores a sueldo después –durante muchos años los “liberados ciudadanos” tenían escasas posibilidades de dedicarse a otra cosa, en una sociedad racista y jerarquizada— unos músicos “no profesionales”, que emprendieron la tarea de exponer sus lamentos, esperanzas y anhelos.
En la zona del Delta, donde los entendidos sitúan el blues más primitivo, los “trabajadores del algodón” con sus guitarras y su intuición poética, con la tradición y los sucesos diarios, que imaginamos bastante duros, los primeros compositores de blues, que como tal hoy conocemos, enarbolaron una forma de expresar la tradición.
Aunque, en principio, el blues llegó al público a través de discos donde cantaban mujeres que también se dedicaban a repertorios más ligeros, el desgarrador y mistérico latido que desbroza esa música alcanzó a algunas de ellas como Ma Rainey y Bessie Smith.
Robert Johnson, Charlie Patton, Son House, Big Joe Williams, Blind Willie Reynolds rehacían melodías que habían escuchado a sus mayores, o bien, reelaboran las letras y les cambiaban la música, o lo contrario… A menudo en el blues se nos dice que la música procede de fuentes “populares” y que el bluesman adaptó una nueva letra, en algunos casos, con matices desgarradores y de trascendente instinto poético. En esos momentos la autoría no importa demasiado. Por tanto, suele atribuirse una composición, si nadie menciona lo contrario, al músico que primero grabó el tema. Aunque ellos mismos en muchos ocasiones aseguran que la música, o parte de la letra, la conocían porque la escucharon en alguna parte. ¡Cómo me recuerda esa entrega a la creación a la de los antiguos poetas órficos!
También sorprende el número de pastores protestantes que se ocuparon del blues. Una música que en ciertos lugares y sectores se atribuía al diablo. En este sentido citaremos como ejemplo a Blind Willie Johnson, al que se reconoce como de los interpretes más sobresalientes del llamado holy blues. Predicador itinerante, con una navaja que deslizaba por las cuerdas de la guitarra, un estilo que posteriormente adoptarían otros músicos, no sólo de blues. A la edad de siete años la segunda esposa de su padre le lanzó ácido sulfúrico concentrado. El músico predicador baptista, ciego, como Homero, se ganó la vida cantando por las calles de diversas ciudades. El éxito de algunos de sus discos le permitió instalarse en Waco, junto a su mujer Adelaida, aunque siguió ganándose la vida predicando y cantando el evangelio por las calles. Un incendió destruyó su casa en 1949. Se negó a abandonar las ruinas de su hogar y murió sobre ellas tras contraer una neumonía. Sus canciones se encuentran entre las más conmovedoras de su tiempo.
Blind Lemon Jefferson, al igual que Willie Johnson, procede de la tradición del blues de Texas, también se ganó la vida cantando canciones folk y espirituales por las ciudades desde los siete años. Pero las coincidencias siguen. Jefferson padecía una ceguera, de la que se desconocen las causas. Su talento queda demostrado en las aproximadamente 90 canciones que dejó grabadas, muchas de ellas versionadas por cientos de artistas desde The Beatles hasta Bob Dylan o Carl Perkins. En diciembre de 1929 sus biógrafos nos dicen que a la salida de un concierto en Chicago se perdió y vagó por las calles hasta morir de frío.
Las vidas desgraciadas, aunque con un moderado éxito, con muertes tan extrañas como las mencionadas abundan en la historia del blues. Son House refirió en una entrevista que abandonó el blues durante bastantes años porque todos los compañeros con los que comenzó tocando habían muerto jóvenes y temía que le sucediera lo mismo. En su caso alcanzó una respetable edad.
Una de las primeras cantantes célebres de blues, Bessie Smith, falleció en un accidente de coche. Algunos biógrafos refieren que llegó muerta al hospital, sin embargo, otros afirman que aunque estaba con vida cuando la trasladaron a un centro sanitario los responsables del mismo se negaron a atenderla porque sólo disponían de camas para blancos.

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