Arrabal dixit (de films y de filmes)
Desde el Corte Inglés (sí & sic) me anuncian que John Lennon me había recomendado al distribuidor americano Klein. Nunca me lo dijo, ni Yoko Ono tampoco. Suelo ser lo menos pesimista posible. No espero reconocimientos. Carezco de angustia: soy un desesperado. [Por cierto el día 24 recibí en Rumania el ‘premiul’ de literatura “Tudor Arghezi” por mi “opera omnia”. Y el 25 el ‘titul de cetatean de onoare’. Tchiiiin Tchuuun].
Durante el Festival de Cannes esta vez sólo bebí coca light. No me apetecía el alcohol: Esto va por rachas. Y sin embargo estuve muy excitado. Divirtiéndome y casi haciendo más el loco que nunca (como si pensara que me fuera a morir mañana). Especialmente con Edouard Baer (el maestro de ceremonia “oficial” del Festival). Aunque hablamos mucho de Simone de Beauvoir, de la Feria de Sevilla y de nuestro común amigo Antonio. Con la actriz Rossy de Palma se forjó una complicidad. De baile, minifalda, trasero y flamenco. Y con Almodóvar otra muy diferente. Por cierto éste al terminar su película se dirigió a mí. Me abrazó con un comentario que no merezco.
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La verdad es que la mayoría con los que topaba me trataban ¿excesivamente bien? Quizás por mi edad. ¿Pensaban que era la última vez que me veían? A la mayoría les desconocía. Edouard Baer me decía “pero sí, este es fulano, el célebre fulano….”
Debo reconocer que la primera y última vez que participé en un Festival de cine (como jurado cinematográfico) fue ¡en 1978! Precisamente en de Avoriaz. ¡R.I.P.! Con Sergio Leone, Jeanne Moreau, Alain Delon, William Friedkin y Mickael Cacoyanis. En la votación final “Eraseerhead” fue eliminada. Unanimemente. Menos un voto: el mío. Inmediatamente anuncié que me iba de Avoriaz, incapaz de aceptar tan monstruosa injusticia. Temblando de emoción previne que el cine “será poesía o no será”. “ Mi inocencia premonitoria”(según Henri Verneuil) consiguió cambiar la opinión de mis “compañeros”. El jurado le atribuyó “Le Prix Spécial du Jury”. Por unanimidad. “Eraserhead” fue la primera y magistral película del estudiante de un instituto de Los Ángeles llamado David Lynch.
Siempre con « inocencia premonitoria” elogié durante este Festival de Cannes al último de Filipinas. Al cineasta de San Fernando. A un desconocido llamado Brillante Mendoza. Como su nombre indica. En el silencio de la gran sala, el día de Tarantino, se alzó tres veces la voz de la razón ¡¡¡Brillante!!! ¿Hasta que mi voz llegó a oídos del jurado? En el ‘Journal du Out’ (de Benoît Szakow) confirmé mi ‘inocente premonición’. Dos horas antes de que el desconocido recibiera el premio a la dirección. Esperemos que los cabestros no intenten, como en su día a Almodóvar, enviarle a los corrales.
Pero también hablé con parecida trascendencia del film de Walt Disney «Mamá, perdí el avión ». Eran las 17h 55’.
Fernando Arrabal
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