BAILE PATAPHYSICO EN LA DISCOTECA
Mis entrañables y amados lectores, cuando mi pesimismo por la situación de la juventud, a la que ya no pertenezco, alcanzaba sus más desesperados niveles y se consumaba en mi mente que definitivamente una generación se estaba echando a perder por culpa de los medios de cretinización y los masteres –que no hámsteres–, en especial, por los relacionados con el MAL endémico y enquistado que pretende la manipulación y el control humano (psicología aplicada para adocenar a inocentes criaturas, psicología aplicada para la castración animal, psicología aplicada al amansamiento de nobles operarios, administración de carne y sangre, etc), justo entonces, cuando pensaba que todo joven artista sobre aspiraba y expiraba a convertirse en eso tan antipático que es ser profesor de algo y sabedor de nada, justo en el momento de la rendición recibí noticias de la Revista de Madrid Trece Trenes, días después conocí al colegio de Patafísica de Chile y al extraordinario artista Daniel Madrid.
La puntilla a este pequeño y enorme renacimiento nada corriente y a contracorriente ha recaído en el encuentro con El Otro Ilustre Colegio Oficial de Pataphysica (OICOP) y su página vagina. Entre otras acciones y actividades quien por allí pasee encontrará una selección de videos que todo hombre de bien (o joven de bien) debería imitar y poner en práctica. Para mi gusto destaca el que incluyo aquí en mi página “huevo” y el llamado "la ceremonia del té". Tras suspirar aliviado porque compruebo que todavía existen reductos, que pretenden desbloquear las panificadoras de atontamiento en las que hoy en día se reconvierten una gran parte de las mentes humanas, en este mundo tan poco civilizado pero tan amaestrado. Estas acciones no sólo recuperan, como el certero golpe al conejo antes de proceder al desollamiento, la capacidad para "ser del individuo", sino que recrean las Saturnales Romanas y las fiestas locas de la Edad Media donde todo se ponía patas arriba y se invertían los papeles habituales de los estamentos. ¡Gracias os doy, amados amigos, porque con vuestras gestas heroicas y patafísicas, tranquilizáis a este aprendiz de cadáver y le permitís concentrarse y volver sobre su trabajo de lector y arrugador de folios!
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