Presentación de "Accesorios y complementos" y "Cuaderno de bitácora" por Eloy Fernández Clemente
1. Mis relaciones con Paco.
Este hombretón que ven ustedes aquí, de paso cauteloso, maneras suaves, dicción perfecta, y un innegable aire nórdico, nunca mejor dicho en su caso, es Paco Úriz, zaragozano de 1932 al que me une una buena amistad, queda advertido por si creen que exagero sus méritos, y razones como la de haber ido de chicos a los Escolapios a haber militado no tanto en partidos como en mundos utópicos, y mil gustos comunes en literatura, cine, y varios asuntos más.
Como es mayor que yo, no coincidimos en la Universidad, pero, a pesar de su pronta marcha a Suecia, como ha seguido viniendo por aquí y tenemos también muchos amigos comunes y esa propensión a la utopía de izquierdas, nos hemos ido viendo desde hace décadas, junto con José Antonio Labordeta, Emilio Gastón, Emilio Lacambra y sus fogones, y tantos otros.
Desde siempre, a uno que es chico de provincias, le ha parecido fascinante su vida, llena de aventuras y experiencias, anécdotas y conocimiento de personas interesantísimas. Paco ha tenido la amabilidad de enviarme muchos de sus libros, tanto propios como traducidos, de esos poemas editados en formato mariposa, como yo les llamo, al calor unos años de esa maravillosa Casa del Traductor que puso en pie y animó junto con Marina, en Tarazona. Le conozco, pues, no sólo de vernos y cenar juntos de vez en cuando, y charlar incansablemente, sino también de haber degustado desde hace bastantes años su escritura y su mundo.
Por él, por ejemplo, algunos corrimos gustosos el riesgo de ser entrevistados por la televisión sueca, eran los años de Andalán, con las consecuencias que se podían temer. Por él, desde luego, pude conocer al gran académico sueco, el que decidía los premios Nobel a autores en español, Artur Lundkvist, un personaje extraordinario, al que acompañé junto a Labordeta por tierras de Goya, lo que le sirvió para escribir un libro que merecería más difusión y conocimiento aquí.
2. El currículum de los Úriz,
Ya he mencionado a Marina Torres. Él lo hace siempre, y no sólo porque sería injusto no hacerlo al hablar de su vida y su trabajo, sino porque forman una pareja excepcional, inseparable, aunque él camina mucho más y va más al cine. Marina y Paco han desarrollado una larga y fructífera carrera de profesores, traductores, animadores culturales que han ido presentando en sueco a los suecos la cultura española, y en español a nosotros la sueca. Los amigos lo somos de ambos, intensamente, su vida en común nos parece un ejemplo de amistad perfecta.
Paco ha merecido en sus más de treinta años de trabajo en Suecia diversos honores y premios. No en vano sus traducciones nos han acercado al inmenso Strindberg y a otros dramaturgos, al cineasta Ingmar Bergman, al novelista Torny Lindgren o al ya citado Lundkvist y a otros muchos poetas. No es exageración afirmar que es quien más poetas suecos ha traducido en el mundo. También en España se le ha reconocido su oficio de gran embajador intercultural, desde la medalla de Santa Isabel de nuestra Diputación, al Premio Nacional de Traducción. Ha realizado estupendas antologías, ediciones individuales o por grupos, introducciones y presentaciones, estudios. Acaso algunos crean que la literatura sueca es algo menor, tratándose de un país enorme pero poco poblado. Él nos ha descubierto una sensibilidad y una grandeza increíbles en esos escritores, a los que ha añadido algunos noruegos, fineses o daneses.
3. Un libro de memorias anterior: “Pasó lo que recuerdas”.
Cuando, hace unos cinco años, me preguntó con mucha discreción si podrían interesarme unas memorias suyas, no lo dudé, aunque le dije que me pasara algunos capítulos para ver el enfoque, el estilo, si se adecuaban a los requisitos que estaba buscando en la Biblioteca Aragonesa de Cultura, que por entonces dirigía, para Ibercaja y la Institución Fernando el Católico. Me entusiasmaron, le animé a terminarlas a toda prisa porque se acababa la colección, y le dimos forma, junto a la preciosa portada de Natalio Bayo, que se cuidó como en todos los tomos del diseño.
Se atuvo Paco, con alguna resistencia inicial, a las limitaciones de espacio; hubo algunas cuestiones formales que discutimos muy terca y amistosamente, y el libro salió en 2006 y fue presentado entre amigos en el Centro Pignatelli, con asistencia de un presentador de excepción, el embajador Máximo Cajal.
Cuenta en él en tono divertido, sus estudios de Derecho, su decisiva entrada en el Partido Comunista, y su estancia en Estocolmo, después de haber recorrido otros países. Allí, junto a una vida profesional pundonorosa, llena de logros y estimada por las autoridades sucesivas, están sus luchas políticas para evidenciar y combatir una dictadura como la española, en casos como la muerte de Grimau, el proceso de Burgos, etc. Un viaje fantástico a América Latina y otro a España, acompañando a Olof Palme, son algunas de las páginas de ese libro, que tengo entre los más interesantes de los cincuenta que tuve el privilegio de editar.
Como escribimos entonces en la solapa de presentación, “por el libro desfilan personalidades de la política y de la cultura universal como Olof Palme, Peter Weiss, el general Juan Modesto, Adolfo Marsillach; Pablo Neruda, Aleixandre, Octavio Paz, Camilo José Cela, Gabriel García Márquez (cinco premios Nobel de lengua española en los que sin duda tuvo que ver), Artur Lundkvist, Julio Cortázar…” Añadamos a Fidel Castro y Heberto Padilla, dos caras de una misma tragedia, o Nicolás Guillén. O el juez Auger, y tantos otros. Un cúmulo de ideas y reflexiones, de anécdotas sabrosas.
4. Éste que ahora nos ocupa: “Accesorios y complementos”
Pero quedaron, inevitablemente, muchos asuntos sin abordar, o apenas esbozados. Y Paco, con toda razón, se planteó llevarlos a una especie de segundo tomo. Hasta tuvo la extraordinaria deferencia de planteármelo, como si aún quedase algo de vinculación con mi colección. Le animé por completo, comentamos algunas cosas y, sobre todo, tuvo la suerte de encontrar todo el apoyo de Raúl Herrero, editor de Los Libros del Innombrable (a quien yo conocí por Antonio Fernández Molina, uno de sus iniciales compañeros y abastecedor también de materiales), ya editor de varios tomos de traducciones de poetas. Y ahora surgía este libro, “Accesorios y complementos”, título que copió del de esa sección cajón de sastre de grandes almacenes como éste de El Corte Inglés.
Es mucho más que eso este libro. Es una segunda parte escrita con algo más de calma, calculando tiempos y ritmos, qué quedó en el tintero, qué es preciso no olvidar. Un libro que no es accesorio, pero sí complemento del anterior, una nueva entrega, como tantas de memorialistas desde Alberti a Barral. Y lo de que nunca segundas partes fueron buenas, pues… no sirve ni para El Quijote.
Como recuerda Paco en la introducción, el primero era un libro “en el que no aparecía mi entorno político de casi cuarenta años y del que tanto se había hablado y se habla en España y en el mundo: el modelo sueco”. Nos muestra, pues, a fondo, con todas sus luces y sombras, aquella Suecia tan envidiada por muchos de nosotros, “apabullantemente próspera”, país moderno y opulento que le permite sentirse “sin familia, sin iglesia, sin dictadura, sin el qué dirán”, de una belleza formada por “agua, parques, bosques y amplios espacios. Por la hierba de los parques correteaban ardillas y liebres, en los lagos nadaban patos…, los corzos curioseaban en los chalés de las afureras”.
Un país en el que “los funcionarios funcionaban”, la socialdemocracia se había iniciado para paliar la crisis de los años treinta, con “la indispensable voluntad política de distribuir equitativamente la riqueza”, el sutil modelo de economía mixta, el modelo más admirado del mundo.
Se extiende en anécdotas de sus encuentros con Neruda y Cortázar, con el chileno Jorge Díaz, con Marcos Ana. O su viaje iniciático al Berliner, el mito de todos los brechtianos. Las cartas de Bardem y de Borau, de Armando López Salinas. El homenaje a Lundkvist. La caída del muro de Berlín. O ese espléndido poema titulado “El último verano de Franco” (en el que escribe: “En España donde el fascismo florece se expanden millones de margaritas liberales”).
Pero es sobre todo la narración y análisis sobre el asesinato del primer ministro socialdemócrata Olof Palme, a quien tan bien había conocido, acompañado, traducido y editado en aquellos libritos preciosos que regalaba “El Día de Aragón”. Un héroe a pesar suyo, una figura emblemática; y también, como pasa con otros líderes, queridos fuera más que en su país, muy odiado por la derecha y la extrema derecha, que tan bien muestra ese sueco hoy ya universal que es Larsson.
También el modelo entraba, ya lo estaba, en crisis. Ese modelo definido como “Una oferta de libertad, igualdad y fraternidad, y de respeto a los derechos humanos –en una sociedad económicamente próspera-, de un nivel hasta entonces desconocido, para todos –o la inmensa mayoría de- los ciudadanos. El capitalismo mostraba un rostro humano: una inteligente forma de maquillar el capitalismo y convertirlo en un modelo de desarrollo para la quinta parte rica de la humanidad. Para occidentales. Nunca a escala mundial: los recursos de la tierra no aguantarían mucho tiempo un consumo al nivel sueco o norteamericano de toda la humanidad”.
5. Algunas cosas sobre su “Cuaderno de Bitácora”.
Permítanme para terminar esta apretada presentación, que lea algunos breves fragmentos del otro libro hoy agasajado, de la misma editorial, y ambos, como el que publicó conmigo, contando con la maestría de Natalio Bayo en sus portadas. Éste acaba de salir de las prensas, a fines del año 2009, y se titula, con aire marinero y hoy ya un poco bloggero, “Cuaderno de Bitácora”. Es una colección de poemas frescos, nuevos en su factura y en sus ideas y formas, estimulantes. Copio algunos que me han gustado más:
· Al abrir la ventana/ se ha colado en mi cuarto la cotidianidad.
· Vivos recuerdos, ágiles, inquietos, movedizos/ hormiguean en la cabeza, en el corazón./ A voluntad los evoco en pleno día/ o mejor, tumbado en la oscuridad./ Pero su vigor va cediendo al paso del tiempo/ se debilitan y acaso mueran.
· Ilusionista de máscaras y rostro, el político / vive en el sinvivir de ponerse y quitarse la careta.
· … dentro de poco / los únicos que leerán/ -el código de barras-/ serán los lectores ópticos de las cajas de los hipermercados.
· Herético es pensar en cambiar / lo que Dios sabe desde la noche de los tiempos
· ¿Qué son los auschwitz hiroshima vietnam Irak / en nuestro fugaz paso por el mundo / si nos espera una eterna felicidad?
· Leyó:/ Armaos los unos a los otros./ Arma al prójimo como a ti mismo./ Se desentendió de los demás mandamientos./ Y entró en la historia.
· Si el sacralizado Mercado lo exige / Auschwitz llegará a ser una marca de horno.! Eso sí, microondas.
· La liquidez/ ya se ha ido/ ¿alguien sabe cómo ha sido?/ Si a la liquidez la llamásemos dinero / sabríamos quién lo ha desaparecido.
Y hay otros, juegos sobre el ojo que ve y mira y es mirado, como el del gran clásico. Bromas y greguerías (“Abuelo, ¿por qué tienen calorías los helados?”. ¿Vive el pez en el agua/ para ocultar sus lágrimas?”. “Ingrávidos vuelan los pájaros/ ajenos a las últimas clasificaciones ornitológicas”. “A ríos de tinta, ganancia de calamares”. “Cuando muere un idioma, enterramos un problema”), expresiones felices, como esa de “la duda camaleónica”;
Y, en fin, déjenme citar, porque me ha gustado mucho, una frase de Lundkvist que recoge Úriz: “Los famélicos de la tierra deberían empezar por comerse todas las banderas”. De acuerdo.
Eloy Fernández Clemente
16-2-10
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