Dos autores nonagenarios que sueñan
Santiago Lorén (Belchite, 1918) y Mariano Esquillor (Zaragoza, 1919) son, con Francisco Carrasquer Launed (Albalate de Cinca, 1915), los patriarcas de las letras de Aragón. Los tres son nonagenarios: Lorén cumplirá pronto 92; Esquillor, 91, y Carrasquer, Premio de las Letras Aragonesas en 2006 y residente en Tárrega, 95 años.
Los dos primeros viven en Zaragoza y han realizado en ella el grueso de su obra. Santiago Lorén ha sido un auténtico escritor profesional, periodista y médico ginecólogo que trabajó en clínicas y hospitales privados y públicos: en 1953 ganó la segunda convocatoria del Premio Planeta con ’Una casa con goteras’, su segunda novela. La primera, ’Cuerpos, almas y todo eso’ (1952), la leyó y la publicó José Janés y le envío una carta donde le preguntaba: "¿Está usted seguro de que nunca ha publicado nada antes?".
Con su segunda narración ocurrió una anécdota contada muchas veces por él y por su activa esposa Carmen Berdusán, que se presentó en la sede de Planeta con el manuscrito, pidió ver a José Manuel Lara y le espetó: "Si en este galardón no valen las recomendaciones, ahí tiene la novela ganadora de este año". Y así fue.
Carmen lo ha sido todo para Santiago Lorén, y también su segunda voz. Lorén la mira y asiente: "Llevamos 70 años viviendo juntos. Cuando empezó la Guerra Civil habíamos partido peras, pero mi padre, republicano atrapado en Híjar, me dijo que fuera a traerle noticias de su hermano, que desaparecería años después en Mau-thausen". Añade Carmen: "Es cierto. Vino a verme y ya no nos hemos separado".
A Santiago Lorén ya le cuesta mantener una conversación, escribir y leer. "¿Qué dices, mujer? Como escritor yo siempre he pensado en quién me iba a leer. He intentado escribir para todos, y a mí me ha interesado mucho la realidad. Como era médico me contaban muchas cosas que me servían para mis ficciones. Siempre he tenido en cuenta el humor. Uno de mis escritores favoritos ha sido Wenceslao Fernández Flórez", dice y mira, cerca del televisor, la pequeña escultura del Planeta. Musita: "Ahora ya no me salen muchos más nombres".
El albañil poeta
Mariano Esquillor reside en la Casa de Amparo desde 1993. Se había jubilado de su oficio de albañil a los 60 años: "Lo hice porque ya estaba cansado de trabajar en las obras", explica. Años después se trasladó a la residencia de Predicadores 96 en compañía de su esposa, a quien le dedicó, entre otros libros, ’Elegías a Fuensanta’.
Esquillor es un hombre feliz, de hábitos fijos. "Vivimos juntos aquí siete años. Nos habíamos casado en 1948. Tras su muerte, yo sigo trabajando: he publicado muchos libros, gracias sobre todo al editor Raúl Herrero, de Libros del Innombrable. Él me ha dado a conocer en España".
Mientras Santiago Lorén inició su carrera de escritor y se codeó con un sinfín de autores la posguerra española (en 1978 fue finalista del Premio Espejo de España con ’Memoria parcial’, editado por Planeta), Mariano Esquillor tardó más en incorporarse a la literatura. Y lo hizo a través de diversas lecturas: Víctor Hugo le fascinó muy pronto y también Tagore, y contó con un maestro, que le servía de estímulo: Manuel Pinillos.
"Él me enseñó cómo se cortaba el verso y a no alargarme ni en el poema ni en la frase. Una vez vino a casa, me preguntó que estaba escribiendo y le enseñé un libro. Lo cogió, tomó un lápiz y lo corrigió entero. Tachó aquí y allá. Al final, le dije: ’No lo quiero, Manuel, llévate ese libro. Es tuyo’. Me lo pidió de nuevo y borró todo cuando había anotado".
Mariano Esquillor dice que ha publicado en torno a 25 o 26 libros y que ha escrito 80. "Los tengo ordenados en cajas. Perfectamente. Sin embargo, cuando empezaba publiqué con Luciano Gracia mi primer libro, ’Poemas internos’. Luego publicaría algunos más con él. Cuando lo vi editado, no me gustaron nada los poemas, y acabé arrojando al río Huerva todos los ejemplares, más de 300, en un paquete muy bien atado".
Lorén conoció otros momentos de éxito y de impacto con libros de artículos vinculados a su oficio como ’La Rebotica’ y ’Diálogos con mi enfermera’. "Era un acontecimiento en los congresos médicos. Todos querían conocerlo y oírlo. Era muy famoso", dice Carmen, y Santiago sonríe. "Estoy satisfecho con mi vida. He tenido libertad para hacer lo que me gustaba", declara.
Mariano Esquillor también es feliz: "No tengo resentimiento alguno. La ciudad me ha dedicado una calle de 51 metros, inmensa, y recibo homenajes y visitas de amigos y poetas. Además, no me aburro ni un minuto. Escribo tres poemas al día y dibujo. Y vivo feliz en Zaragoza, esta ciudad a la quiero como a mi madre. Ni pienso en ella ni temo a la muerte. A veces me digo: ’Qué descansado me quedaré cuando me muera".
[Antón Castro publica hoy en Heraldo de Aragón el siguiente artículo sobre varios autores, entre ellos mi amigo y autor de Libros del Innombrable Mariano Esquillor.
Si alguien lo desea puede leer el artículo en el propio Heraldo de Aragón en el siguiente enlace:
http://www.heraldo.es/noticias/cultura/dos_autores_nonagenarios_que_suenan.html]
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