Breve historia de El Manifiesto del Arte Absoluto
Ahora, en estos días y en este año 2006, se cumplen diez años de la publicación, en edición no venal, de mi Manifiesto del Arte Absoluto. Apareció a modo de cuadernillo insospechado, casi invisible, se distribuyó por correo a varias artistas y medios de prensa. En su difusión “manual”, a golpe de zambomba, participó la poeta Alicia Silvestre en la Universidad de Zaragoza. De tanto verlo los estudiantes soñaban con las discretas tapas ocres del libelo. Por supuesto la repercusión fue limitada. Algunos desearon firmarlo y otros lo ratificaron.
Ya en 1998, con ciertas correcciones y leves ampliaciones, el Manifiesto se publicó como apéndice al libro de artista La voz de su amo. La edición apareció numerada y con ilustraciones de Antonio Fernández Molina, Fernando Arrabal, Irina Vladimirovna y otros. Por supuesto la recepción fue casi nula a pesar de lo original de la propuesta (me refiero al libro no al Manifiesto), con poemas inusuales y textos de origen misceláneo, además de algunos homenajes al postismo y el movimiento pánico, un guión de cine “mudo” y una breve pieza teatral.
El volumen La voz de su amo se presentó, en el mismo año de su aparición, en El palacio de Sástago de Zaragoza flanqueado por dos pinturas-cartones de quien esto escribe y auspiciado, de nuevo, por la poeta Alicia Silvestre y mi querido poeta y pintor Antonio Fernández Molina.
Ahora vuelvo y me revuelvo, casi por casualidad, sobre el Manifiesto olvidado. Para todos aquellos curiosos en los próximos días publicaré, en esta bitácora, de nuevo revisado e íntegro el dichoso Manifiesto. Es un animalito curioso, con una clara dependencia del “arte total” wagneriano. Si bien ahora no me parece tan lozano, al menos sí lo considero lo suficientemente “raro” como para que mis lectores lo revisen o revisiten.
Unos meses después, en ese año 1998, tras el entierro de la revista El pelo de la rana, vio la luz la editorial Libros del Innombrable.
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Alicia -
Bruno -