Noche serrana con El Arquitecto y el Emperador de Asiria
Rivela “El trotamundos”, Martín “El pescador de leños y sonetos”, el moral Carlos “Divino Marqués de Sade”, Carmen “La fotógrafa”, Ángel Alonso “El teatro ambulante”, Fernando Arrabal “Luz de luz” y yo mismo nos plantamos, sin raíces y con los ojos desclavados, el pasado 19 de abril en el Versus Teatre de Barcelona.
A las 22:15 horas se encendió la oscuridad y comenzó el ritual de El Arquitecto y el Emperador de Asiria, la obra teatral escrita por Arrabal hace medio siglo y publicada por primera vez en 1967.
Sonó la voz del Arquitecto: –¡Fi, fi,fi, figa…! Se iluminó el cuerpo de Joan Frank Charansonnet, el actor que interpreta al Arquitecto, sobre un columpio realiza contorsiones imposible. Entra después El Emperador, personaje encarando por primera vez por una mujer. La actriz y bailarina Patricia Bargalló aporta una enigmática luz a la escena que,
acompañada por el clavicémbalo de Eva del Campo y una de las variaciones Goldberg de Bach, entra en conflicto con un los acertados matices que Joan F. aporta al Arquitecto.
La obra se transforma en un combate cuerpo a cuerpo entre ambos actores, entre ambos personajes que se persiguen y se reencuentran como todos los elementos opuestos pero complementarios.
Patricia, a cuatro extremidades, simula ser el elefante de Brahma y el público sonríe.
Durante las entrevistas previas a la representación Arrabal recordó el estreno de esta obra interpretada por Sir Laurence Olivier. Rememoró a los directores teatrales que han montado sus obras durante medio siglo, ¿qué sería de ellos sin mí? A lo que el director Angel Alonso repuso, ¿que sería de ellos sin tu obra? Y añadió: Arrabal es el maestro de la metáfora en la escena.
El Arquitecto y El Emperador adoptan diversas personalidades a lo largo de la obra. Semejante complicación la resuelven ambos actores con acierto. Joan y Patricia relumbran con intensidad en una escenografía preparada por Quico Estivill.
En una escena turbadora Patricia Bargalló canturrea su texto amparada por una tonada infantil. Contemplaba aquel espectáculo sobrecogido, con las sienes presionadas por aquella belleza terrible.
Durante los trayectos de entrevista a entrevista viceversa Arrabal preguntaba por el congreso que Salvador Dalí organizó con los investigadores más importantes del momento en su museo de Figueres en los años 80. También buscaba la obra completa de
Dalí, que se viene publicando, a un ritmo de dos tomos al año, desde el centenario del 2004. “Para mí ahora es más fundamental que la enciclopedia Espasa”, repuso.
Arrabal se paseaba por la ruedas de prensa, por los carros de combate de los periódicos, con el gato vivo y muerto de Schrödinger, la indeterminación, el agua pasada de su Carta a Franco, sus recuerdos sobre El Arquitecto…” Aproximadamente cada tres meses me invitan a alguna parte del mundo para asistir a un estreno de El Arquitecto y el Emperador de Asiria”, refirió Arrabal.
Alaïn Chipot con su traje de astronauta “pánico” ocupaba el centro de la escena. Los aplausos atronaron. Arrabal se mostraba emocionado y satisfecho con el resultado final. Mi mente estaba maravillada. Para celebrarlo el diligente Chema Aldavert nos sirvió unas gotas de extracto de absenta diluidas en agua y azúcar.
Angel Alonso, durante la deliciosa cena que tuvo la gentileza de brindarnos, aseguró: “Creo que nada es trascendente”. A lo que Arrabal replicó: “Para mí todo es trascendente”. Entonces, por un instante, me creí frente al Arquitecto y el Emperador de Asiria.
(La obra de El Arquitecto y El Emperador de Asiria puede verse en el Versus Teatre de Barcelona en C/ Castillejos, 179 hasta el 28 de mayo. www.versusteatre.com
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