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Raúl Herrero

El universo como proyecto de una mente desquiciada y patafísica

El universo como proyecto de una mente desquiciada y patafísica

“Hoy día existe un acuerdo ampliamente generalizado en el seno de la ciencia, y que en la ciencia física alcanza casi la unanimidad, de que la corriente de conocimiento está apuntando hacia una realidad no mecanicista; el universo está empezando a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran maquinaria. La mente ha dejado de ser considerada como un intruso en los dominios de la materia; estamos empezando a sospechar que más bien deberíamos saludarla  como creadora y gobernadora del mundo de la materia.” La siguiente cita procede del matemático, físico y astrónomo James Jeans. Tales aseveraciones inauguran para mí la suculenta posibilidad de comprender el mundo desde una perspectiva hasta ahora atisbada en textos de escritores y filósofos como Henri Bergson. Este último  en su libro La evolución creadora apunta algunos detalles sobre el desarrollo y proceso de algunas especies con flagrantes defectos “de forma”. Podemos citar como ejemplo de animal, aún existente, al ornitorrinco, especie curiosa y con elementos dudosos en lo que se refiere a una utilidad práctica y al perfeccionamiento utilitario biológico. Es probable que en este campo, como en otros, la naturaleza, es decir, la creación, actúe como si se tratara de una mente humana. Es decir: durante la búsqueda de solución a un problema desarrolla cientos de posibilidades, de las cuales elige la que, en el caso de un individuo, le parece más apropiada. ¿Y si la naturaleza empleara este mismo recurso llevando a la práctica, es decir, a la materia, todas las posibilidades desarrolladas? En la filosofía de Bergson subyace cierta idea respecto a una mente creativa que impulsa las variables físicas, de evolución, en definitiva,  de creación,  lo que también implicaría  determinación, combinación y elección.

Si esto fuera así en efecto la mente humana ejemplificaría, a modo de microcosmos, las posibilidades y engranajes de la “mente creativa” de la naturaleza (macrocosmos). Así el estudio de nuestra mente pudiera ser equivalente al de los procedimientos empleados en los puntos aún oscuros de la materia y del origen del cosmos.

Esta idea me resulta tan interesante que poco me importa su mayor o menor dosis de probabilidad. El mecanicismo y el positivismo alejaron a la ciencia del terreno artístico y de las corrientes mal llamadas, en mi opinión, filosóficas espiritualistas. Para mi regocijo la física y las matemáticas, sobre todo desde los años 30 del pasado siglo, han seguido, con un desarrollo propio, sendas que acercan y promueven una cierta libertad respecto al estrecho corsé del universo como máquina.

¡Ya no somos máquinas! ¡El universo según parece no funciona con engranajes! ¿Y si esa idea, que es nuestro mundo, procediera de un perturbado, de un loco e insigne matemático capaz de imaginar mundos imposibles que, para mi satisfacción, fuera el que nosotros habitamos?

La sola idea de un universo regulado según las leyes de la mente, con sus catástrofes y sutilezas, me provoca un deleite sibarítico.

En definitiva, toda verdad es un acomodo.

 

2 comentarios

Raúl -

Gracias Leo, por visitar mi huevo página.

leo zelada -

La verdad es un acto de fe.

Saludos desde Madrid.


http://leozeladabrauliograjeda.blogspot.com/