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Raúl Herrero

Homenaje desvelado a Mariano Esquillor

Homenaje desvelado a Mariano Esquillor

 (En la parte superior Mariano Esquillor, según la fotografía realizada por Angela Ibáñez)

 

En la casa de Amparo de Zaragoza habita y escribe el vate Mariano Esquillor. Desde el plano iluminado  que otorgan la edad y la calma él contempla todo lo que le rodea y lo transmuta sobre el papel. Hace menos de un año publicó su Columpio autobiográfico, un diario que escribió durante seis meses como respuesta a los insistentes amigos que pretendíamos animarle a la redacción de unas memorias. En ese volumen Esquillor se salió por la tangente e incluyó, junto a  sus experiencias de la realidad inmediata, los ensueños, fábulas y fantasías que promueve la realidad trascendente. Los surrealistas pretendieron demostrar que los sueños participan tanto de la vida de cada individuo como los acontecimientos de la vigilia. Muchos todavía lo ignoran, por supuesto Esquillor esa lección la tiene aprehendida. Por tanto en su diario mostró esa mixtura, que no es otra que la  auténtica “realidad”, prima hermana de la “verdad”, en su máximo esplendor.

El pasado domingo me reuní con Mariano y el amistoso poeta José Antonio Conde. Con ambos deshojé  una revista recién parida, con uno de esos artículos que pretenden participar de la ceremonia de ocultación de la editorial Libros del Innombrable y de mi persona, ceremonia, por lo demás, cada día menos eficaz. El autor del libelo también aprovecha su momento de gloria para difamar a uno de mis amigos poetas. La mediocridad suele mostrarse con esa virulencia. Quien resiste, gana.

Mariano a la luz de un café con leche nos nutrió con anécdotas y ánimos. Le entregué varios ejemplares de mi libro Punto de no-retorno, que incluye un poema que le he dedicado. También nos contó que su primer libro, La colina eterna, se encuentra en venta en el rastro por la friolera de 300 euros. Con una sonrisa nos reveló: “no lo entiendo, cuando se publicó valía 50 pesetas”.

A pesar de sus ochenta y tantos años Mariano Esquillor escribe puntualmente. Ha finalizado en los últimos meses dos poemarios. Me prometió que me permitiría asomarme a esos nuevos mundos etéreos, feroces y bellos.

En mi lugar de trabajo, en un puesto de honor, junto a una fotografía de Arrabal, conservo una instantánea que nos agrupa a Fernández Molina, Esquillor y yo mismo. Esta imagen se tomó durante la presentación del libro Opio de Mariano. Junto a esos recuerdos conservo una botella de vino dedicada por Fernández Molina y el actor Marcos Agón. Las firmas se estamparon tras la presentación de la segunda edición de mi poemario Bolol. Eso sucedió allá por el año 1998.

De la mano de Molina y Agón visité por primera vez a Esquillor en la Casa de Amparo. En aquella ocasión hablamos de nuestros poetas: Juan Ramón Jiménez, Lorca, Cirlot y Chicharro, entre otras cosas. Fernández Molina le brindó el piropo: “Eres el mejor poeta de la ciudad”.

En Playa de tormentas mudas, el primer libro que Esquillor publicó en Libros del Innombrable, se incluye una dedicatoria a Marcos Agón, con quien tanto quise durante mi primera y única juventud. Recuerdo a este actor riendo a mandíbula batiente en una de esas performances-cómicas que hace unos años realizaba quien esto escribe con unos perfectos desconocidos. Al actor le dediqué el poema Marcos Agón de argón, del que ahora sólo recuerdo el verso: “Marcos Agón, más teatral que el desembarco de Normandía”. El pobre murió por disfrazarse de Verdi.

Los mecanismos de la memoria son azarosos y poco dados a la sistematización. Con su escritura Esquillor aurifica los recuerdos, ejerce la danza de la alquimia. En el fondo de sus ojos pueden contemplar, aquellos que sepan ver, los paños coloridos de los vitrales de las catedrales góticas. La luz que enciende la llama de la sabiduría.

    

1 comentario

Olga Agón Sarmiento -

Gracias!!!!! Mañana , mas bien esta noche a las 5 de la madrugada hara 10 años que se fué.. fué el mutis mas largo de su carrera. 10 años me ha costado poder buscaros a todos los que tantas veces he visto, todos los dias me hablaba de uno o varios de vosotros, y hoy.. abriendo por primera vez ese álbum viejo de fotos de teatro, de tertulias, te he visto. Gracias por ser am igo de mi padre. Un beso.