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Raúl Herrero

Arnold Schönberg, el músico bien temperado

Arnold Schönberg, el músico bien temperado

(En la imagen superior Arnold Schönberg al piano con partitura.)

Bajo el título Espiritualidad y Vanguardia el Centro de Historia de Zaragoza acoge una exposición dedicada al divino compositor Arnold Schönberg.
Nacido en Viena en 1874 este compositor, al que descubrí en su Concierto para violín op. 36 (1934-36) en los albores de mi juventud, figura en la historia de la música como miembro de la segunda escuela de Viena, junto a Berg y Webern, autor de la ópera Moses und Aaron, La noche transfigurada, Pierrot lunar, creador del sistema dodecafonico…
En el segundo tomo de La música el maestro Josep Soler escribe: “Cuando Schönberg habla del dodecafonismo habla de un método: como artista, él se siente ligado a la gran tradición, al legado musical europeo; no trata de romper unos lazos sino de continuar, de proseguir la gran aportación que Occidente ha hecho a la cultura musical. El método es una posibilidad, no una ruptura y ahora, con el paso de los años y las múltiples audiciones de sus obras, nos damos cuenta de que ‘el espíritu y la idea’ de su música es el mismo que hallamos entre sus ilustres antecesores: ha variado la ortografía y la apariencia de sintaxis pero el impulso espiritual, la ‘necesidad interna`de que hablaba Kandinsky, es el mismo que regía en las obras de Bach o Wagner, de Mozart o Beethoven.”
Schönberg y Kandinsky mantuvieron una interesante correspondencia, que se ha visto publicada en alguna ocasión en castellano, aunque ahora sería interesante una nueva reedición de esas cartas, donde se destilan expresiones e ideas fundamentales para adentrarse en el alcance de ambos artistas.
El libro de del pintor ruso De lo espiritual en el arte (1932) interesó vivamente a Schönberg, incluso en una carta admite: “Le envié mi Harmonielebre. Va a sorprenderse de cuántas cosas digo igual que Ud.”. Jordi Pons, en su elaborado volumen Arnold Schönberg (Etica, estética y religión), nos informa: “Kandinsky conocía algunas de las afirmaciones del Tratado (de Schönberg) difundidas antes de la publicación del libro. Y cita una de ellas en De lo espiritual del arte”. Mucho se ha escrito sobre el libro la Teoría de la Armonía de Schönberg, dedicado la memoria de Mahler, de su influencia en el arte, no sólo en el terreno musical, incluso hay quien ha elevado la aportación teórica del músico por encima de cualquier otra…
La asistencia del ruso a un concierto en homenaje al compositor vienés le inspiró el lienzo: Impresión III (concierto). Por su parte el músico también se dedicó a la pintura durante algunos años, en la exposición arriba mencionada encontramos varios sobresalientes ejemplos de esta labor en el terreno plástico. Los esfuerzos del músico en el terreno plástico impresionaron a varios pintores contemporáneos. Incluso cuatro pinturas de Schönberg, seleccionadas por Kandinsky, figuraron en la primera exposición del grupo Der Blaue Reiter.
De entre la obra plástica expuesta de Schönberg, además de los autorretratos ya suficientemente reproducidos y por lo tanto conocidos, nos han sorprendido, por su expresividad e interés plástico, dos piezas que tienen a Cristo como protagonista. Una de ellas, donde aparece la cabeza de Cristo coronada con espinas, nos parece una obra fundamental para el museo imaginario de la mística.
A lo largo de la muestra nos encontramos en una habitación oscura, donde destaca una pantalla, sobre la que se proyectan las opiniones de diferentes musicólogos, compositores, interpretes en torno a la figura del artista vienes. De entre ellas nos ha cautivado el testimonio de Victoria Cirlot, entre otras cosas porque define con claridad la relación del sistema compositivo de Schönberg con la poesía permutatoria de su padre, el admirado poeta Juan Eduardo Cirlot, además de con el místico Abraham Abulafia. Y, para postre, la destacada estudiosa de la simbología y la mística recita el revelador poema que Cirlot dedicó a Schönberg, in memoriam, publicado en la revista Dau al Set en septiembre de 1951.


“Yace solo
Arnold,
mientras coronas pálidas
tejen con un platino instrumental
la callada riqueza de tu signo”.

A pesar de todo conviene reseñar que nos ha sorprendido la casi total ausencia en la muestra, salvo por una pequeña nota, de Josep Soler, sin duda en la actualidad uno de los compositores con mayor influencia de Schönberg en su obra, así como que mejor conocen, y así lo ha demostrado en diversos artículos y ensayos, el alcance de la obra del artista al que se pretende homenajear.
Un colosal acierto, en cambio, resulta la parte de la muestra dedicada a los inventos del músico, como el ajedrez para cuatro jugadores y la máquina para escribir música.
En el folleto que se ofrece a la entrada de la muestra leemos las palabras de Benet Casablancas: “Periódicamente se alzan voces que cuestionan el alcance y la naturaleza del legado musical y artístico de Schönberg. Quizá es su integridad artística y humana, que se ha querido identificar interesadamente con un sectarismo en unos tiempos posmodernos marcados por el pensamiento débil, lo que incomoda a algunos. En este punto, quizá sea oportuno mencionar la respuesta de Berg a las objeciones de Canetti a Wagner, que el escritor recoge, avergonzado, en su autobiografía: ‘Usted no es músico: si lo fuese, no hablaría así”.

“…el consuelo del dolor, para el artista, es más dolor”

(Josep Soler. En su texto Arnold Schönberg y el expresionismo. (La música II, Montesinos, Barcelona, 1982)

 

 

1 comentario

IHB -

deslumbrante!!!