Reflexiones de Antonio Fernández Molina sobre el arte
(A continuación traslado el texto de Antonio Fernández Molina que utilicé como preámbulo al homenaje que se le realizó en Alagón. En mi opinión transmite con esencial fidelidad la visión del poeta sobre el concepto artístico.)
El contacto con la obra de arte y con sus creadores brinda motivos de reflexión sobre su realidad y circunstancias. Así resalta el hecho de la amplia diversidad de soluciones artísticas cuanto de caracteres diferentes capacitados para cultivarlos.
La variedad se amplía con el mayor conocimiento. Ello viene a ponernos en la sospecha, que prácticamente es certeza, de que el artista como tipo no existe de una manera definida. Se puede serlo desde cualquier posibilidad o circunstancia.
Y, dando un paso más allá, en definitiva el hecho de llegar a serlo es casi únicamente consecuencia de una decisión personal, puesto que en definitiva el hombre es esencialmente artista. Ser artista es una manera de ser hombre acorde con otras muchas, acaso con todas las maneras de serlo.
Mas si hombre y artista son conceptos prácticamente identificables y artista se es en la variedad de las posibilidades de ser hombre, también acontece que en esta variedad, en sus múltiples y nunca agotadas posibilidades, se es de muy diversas maneras y con muy variada calidad y altura.
Está conforme con que la de artista sea una realidad acorde con la personal decisión, el hecho de la existencia de fenómenos tan elocuentes como el cultivo del arte popular en algunas familias, clanes o habitantes de determinadas regiones, el que artísticos vengan a ser los productos utilizados en la vida –trajes, armas, utensilios, viviendas, objetos de culto, adornos, etc– de los pueblos salvajes o primitivos, o prehistóricos, y la existencia de los artistas naïf que surgen un día, a cualquier edad, cuando por un impulso interior, a veces motivado por un cambio brusco en la vida, –enfermedad, jubilación, etc– deciden practicar el arte por sí mismos, sin supeditarse a ningún tipo de imposición –como la de recibir ajena enseñanza o seguir alguna moda plástica del momento– y se lanzan a la expresión personal de su propio mundo. Por otra parte es bien cierto, aunque en ello no se repare, que el arte cuenta en la vida de los hombres mucho más de lo que habitualmente se piensa. Pero normalmente se acepta como arte sólo algunos de sus aspectos, importantes sin duda, pero no únicos, ni de un mayor valor frente a los otros. El enumerar las actividades artísticas nos llevaría a enumerar casi todas las artesanas. Las del adorno y aseo personal y del medio en que se vive, etc, etc, etc…
Antonio Fernández Molina
De su libro sobre el escultor Juan Fontecha
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