Entrevista a Fernando Arrabal en ABC
Teatro / ENTREVISTA
«La muerte de Bin Laden es el gran triunfo de Diógenes»
Fernando Arrabal, escritor, dramaturgo, patafísico, ajedrecista
-Un perro de los Navy SEAL, pastor alemán, olió, detectó y capturó a Bin Laden. ¿Justicia canina?
-¡Pues es el gran triunfo de Diógenes! (carcajadas). Próximamente, Obama declarará al perro de utilidad pública, y en todos los urinarios erigirá la estatua del perro que olió a Bin Laden. Por cierto, debía de oler a rayos este señor. ¡Es el triunfo de los cínicos!
-Obama ya ha condecorado al perro.
-Yo voy a pedir a los patafísicos que le premien.
-¿A quién, al perro o a Obama?
-Al can. A mí, que soy tan pacífico, dos o tres veces también me han querido matar.
-¿Quién? Dispare.
-... Pero siempre me he salvado por mi pacifismo. Un día vinieron dos señores de Falange con pantalón corto y me amenazaron con darme una paliza. Me senté en el suelo, abrí un libro de Sófocles y lo patearon. ¡Les molestaba que leyera a Sófocles! Y, luego, en México, me salvó Jodorovsky.
-La gente se pregunta si España le maltrata.
-¡Al revés! Me trata muy bien. Por la calle, me paran y me preguntan: «Discúlpeme, Arrabal, ¿qué es lo que usted hace?» España me lo ha dado todo.
-Menos el Cervantes, Arrabal.
-Para este premio me defendieron Camilo José Cela, Francisco Umbral, que no me tenía mucho cariño, y José Hierro. Aznar me hizo un favor al decir que su candidato era Jiménez Lozano; «apuñaló» el Cervantes para dárselo a su amigo. Como es una charlotada, está mejor que se les dé a los amigos.
-Dice Milan Kundera que cuando usted desafía a Franco y a Castro no es un contestatario ni un predicador. Es un hombre que juega. ¿A qué?
-Al ajedrez. Mire, André Breton se choteó de la eterna partida de ajedrez que mantuve con Marcel Duchamp. Le molestaba todo lo que fuera matemáticas, y de la música decía que era el «peor de los ruidos». Gastaba odio hacia todo lo científico.
-Discúlpeme, Arrabal, ¿dónde milita usted?
-En un partido que no ganará nunca las elecciones, el anarquista, que solo tiene un miembro, que soy yo, y a veces hasta me excluyo.
-Y del marxismo se excluiría hoy hasta Groucho.
-Sábato me dijo: «El Partido Comunista es como el matrimonio; cuando no se está en él entran ganas de estar, y cuando se está en él hay que salirse».
-Hace ya 39 años, usted pisó la cola del león: le escribe una carta a Franco cuando nadie se atreve.
-He escrito muy pocas cartas, y esa es la más importante, la única en vida enviada a Franco.
-¿Franco sabía quién era usted?
-Estoy seguro de que no. Pero me cursó recibo.
-Y los prebostes le prohibieron su teatro.
-Incluso, un fanático idiota pensó poner bombas donde se hacía mi teatro, y pusieron bombas. Tener policía en la puerta es muy desagradable.
-¿Era, es y será Arrabal una mosca cojonera?
-Soy el único escritor español que, sin ser comunista, fue encarcelado. Honores que uno no merece. Y a la muerte de Franco soy el único español con toda la obra prohibida. Misterios insondables.
-Llegó usted a ser «orden del día» en un Consejo de Ministros de Franco.
-Cuando llega el caso Arrabal, se cita allí a Sartre, Miller, Beckett, Ionesco, que se dirigieron a los jueces españoles pidiendo mi libertad. Y Franco pregunta: «¿Y Fernando Arrabal sigue teniendo su nacionalidad española?» Se hace un silencio enorme, y al día siguiente salgo de la cárcel.
-¿Quién le denunció?
-Al parecer fue un capitán de navío. En la cárcel no sufrí. Como tengo tantos amigos, alguno comunista, pensé que me habían pillado en una foto con él. De repente, se abre la puerta de la celda y entra un señor gordísimo, con un plato de aluminio repleto de fabada. Me dice: «¡Cene usted!». Le digo que no puedo tragar, se sienta y me la empieza a dar como a un bebé: «¡Una cucharadita por papá...!». Encontré a un policía maravilloso.
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