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Raúl Herrero

Natascha Kampusch

Natascha Kampusch

Esta sociedad necesita criminales como Wolfgang Priklopil para ponerle rostro a la maldad que habita en ella y apartarla de sí. Necesita las imágenes de zulos escondidos en sótanos para no tener que mirar en las muchas casas y jardines en los que la violencia muestra su cara más burguesa. Utiliza a las víctimas de los casos más espectaculares, como yo, para librarse de la responsabilidad de las numerosas víctimas sin nombre, a las que no se ayuda… aunque ellas pidan ayuda.

Delitos como el que se cometió contra mí forman la estructura en blanco y negro de las categorías del bien y del mal en que se sustenta la sociedad. El secuestrador tiene que ser una bestia para que uno mismo pueda estar en el lado bueno. Hay que adornar su delito con fantasías sadomasoquistas y orgías salvajes hasta que no tenga nada que ver con la vida propia.

Y la víctima tiene que estar rota y seguir así para que funcione la externalización de la maldad. Una víctima que no asume este papel personifica la contradicción en la sociedad. No se quiere ver eso. Habría que ocuparse de uno mismo.

Por eso provoco sin querer reacciones negativas en algunas personas.

 

Natascha Kampusch 3.096 días

Editorial Aguilar Madrid, 2011

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