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Raúl Herrero

El amor es tan hermoso como la suela de un zapato bajo el calor del verano tostado (Entremés o paso, X)

El amor es tan hermoso como la suela de un zapato bajo el calor del verano tostado (Entremés o paso, X)

Entremés.
Pieza de teatro jocosa, en un solo acto, que solía representarse entre una y otra jornada de la comedia. 
María Moliner, Diccionario del uso del español. Segunda edición, Madrid, 1999.

Pieza dramática jocosa y de un solo acto. Solía representarse entre una y otra jornada de la comedia, y primitivamente alguna vez en medio de una jornada. 
Diccionario de la lengua de la Real Academia Española. Vigésima primera edición. Madrid, 1992.

 

En escena una mesa de velador rodeada por sillas. Se escucha el sonido salutífero de las chicharras. Entra una muchacha en escena, se sienta, se retoca el maquillaje. Entra el Enamorado que realiza gestos de película de cine mudo, o de pantomima, que vienen a significar: “¡Oh, es ella! Me late el corazón. Me siento embelesado y perseguido por trescientos caimanes. ¡Qué emoción tan perentoria! ¡Qué perentoria emoción!”. El Enamorado se sienta junto a la joven. Parece que desea articular alguna palabra pero una misteriosa fuerza se lo impide. Ella ni siquiera le mira.

 

Muchacha.- ¿Aquí no atiende nadie? (Al Enamorado.)  Ve a buscar al camarero.

 

(El Enamorado que aún no ha logrado articular una palabra se levanta y sale.)

 

Muchacha.-Por Dios, ¡qué calor! ¡Cómo se puede salir a la calle con tanta humedad! ¡Y tenía que ser este cretino quién me hiciera salir de casa!

 

(El Enamorado regresa.)

 

Enamorado.- Lo siento, varios cientos miles de personas me han impedido el paso. Pero he visto personas en otros veladores que consumen refrescos. Supongo que el camarero no tardará en llegar...

 

Muchacha.-¡Espero que no tarde! Está bien, siéntate.

 

Enamorado.-(Mientras toma asiento.) Gracias, gracias, muchas gracias.

 

Muchacha.- Y querías verme, ¿para qué?

 

Enamorado.-Verá Herminia, el motivo de mi cita no era otro que revelarle un secreto que me atenaza el alma.

 

Muchacha.-¡Ahhhh! Mira que bien... Uff, ¡qué calor!

 

Enamorado.-Sí, Clodovea, es lo que tienen estos días del año, el calor oprime incluso mientras llueve. Pues verá, quería decirle que la amo con todo mi corazón, con todos mis intersticios bucales y...

 

Muchacha.- Y el camarero no viene. ¿Tienes un poco de agua?

 

Enamorado.-No, no señorita Clotidlde, ya lo lamento. Mis sentimientos hacia usted, mis sentimientos hacia usted son puros y recalcitrantes como un paraíso de bombas atómicas.

 

Muchacha.-¿Cómo qué?

 

Enamorado.-Ay, no me haga repetirlo que me sonrojo.

 

Muchacha.-Es que no lo he comprendido bien. Pero, al fin y al cabo. me importa una mierda.

 

Enamorado.-Cuando escucho su voz siento como si un burro amaestrado me diera una coz en este costado, en el derecho, porque este es el que me operaron de niño, y me resultaría más doloroso recibirlo en este lado que en el izquierdo.

 

Muchacha.-Pero ¿mucho más doloroso?

 

Enamorado.- ¡Muchísimo más! Créame, señorita Hortensia Palote.

 

Muchacha.-¡Ah, bueno, vale! (En pie y gritando.) ¡Camarero, camarero! ¡Camarero! Por Dios, siento como si me desmayara.

 

Enamorado.-No se inquiete, si se desmaya la arrullaré. No se preocupe por mis brazos que tienen la fuerza de siete torreones fortificados.

 

Muchacha.- (Se refiere al Enamorado.) ¡Ay, no! Aggg, ¡qué asco!

 

Enamorado.- (Que cree que la muchacha da muestras de asco por otro motivo.) No se preocupe, su sudor será para mí como un bálsamo de rosas para mi alma. Pero desmáyese, desmáyese si quiere...

 

Muchacha.-¿Por qué no consigues un poco de agua?

 

Enamorado.-Enseguida, señorita Dorotea, pero antes quiero desnudarme antes usted...

 

Muchacha.-¿Cómo dices?

 

Enamorado.-En sentido figurado o  metafórico. ¿No me pensará capaz de quedarme en paños menores ante un ser al que venero como usted? Cuando se encuentra lejos y pienso en usted siento como si me descerrajaran el estómago y mis vísceras se desparramaran como un surtido de piezas en la carnicería. A propósito, mire, le he traído unas flores...

 

(El Enamorado saca de debajo del sobaco un ramo de flores silvestre muertas.)

 

Muchacha.-(Mientras recoge el ramo.) Muy bonito, muy bonito. Pero hace tanto calor… Se me pega el paladar a la boca y no puedo ni hablar.

 

Enamorado.-Mucho mejor, así podré describirle con todo detalle mis sentimientos hacía usted que es hermosa como una palangana, o en su defecto, como un orinal de porcelana. Desde luego, mis pretensiones hacia usted son claras y formales. Me gustaría, si usted no tiene inconveniente, que nos casáramos la próxima primavera, que fuéramos a Siberia de luna de miel, que usted me diera tres o cuatro hijos a lo sumo, y ya sabe, al menos una vez a la semana...

 

(El Enamorado acomete gestos obscenos mientras silva. La muchacha comienza a resbalarse por la silla conmocionada por el calor.)

 

Enamorado.-¿Qué la parece mi plan?

 

Muchacha.- Tengo sed, ¿te importaría acercarte a un puesto de helados o a alguna parte?

 

Enamorado.-(Tras reír como un histérico.) Luego, luego. ¿Sabes por qué he pensado en Siberia?

 

(Como ella no responde, él la golpea.)

 

Enamorado.- ¿Qué pasa? ¿No me ha oído?

 

Muchacha.-Sí, sí lo de Liberia. Pues no tengo ni idea. Pero quiero agua...


Enamorado.-Liberia no, Siberia, Si-be-ri-a. Pues está muy claro, para reproducir las hermosas escena de la película El doctor Zhivago... Se imagina, los dos, sobre un trineo, con unas pieles humanas sobre nuestros cuerpos...

 

Muchacha.-Sí, la nieve, la nieve, la nieve por todo mi cuerpo.

 

Enamorado.- ¿Por todo su cuerpo? Es usted un poco... Es usted un poco... Es usted  un poco picarona... ¿Comprende lo que le quiero decir?

 

Muchacha.- (Sonríe sin fuerzas ya desde el suelo.) Desde luego, agua, nieve, agua, nieve.

 

Enamorado.-¡Oiga, está usted un poco pesadita con lo del agua! ¿No le han gustado mis flores? ¡Porque si no le han gustado me marcho!

 

Muchacha.-(Asustada.) ¡No, no se vaya! ¡Tráigame un vaso de agua, o un sorbo o un...!

 

Enamorado.- Perdone si le parezco atrevido pero ¿bebería de mi boca el agua señorita?

 

Muchacha.-Claro, claro, desde luego.

 

Enamorado.-Quizá tenga calor porque va muy tapada. Lo que tendría que hacer es desnudarse.

 

Muchacha.-No, no, eso no.

 

Enamorado.- (Que comienza a desnudarla.) No se preocupe, yo la ayudo.

 

Muchacha.-Déjeme, déjeme, tráigame agua, agua...

 

Enamorado.-¡Qué obsesión! ¿O sea que le ofrezco mi corazón y mis sentimientos y a cambio le pido un único favor y se niega a concedérmelo?

 

Muchacha.-Me muero de sed.  Por favor, agua, un vaso de...

 

(La muchacha se desmaya en el suelo.)

 

Enamorado.-Por mí duerma, no se preocupe. Ya comprendo la clase de persona que es usted.

 

(El Enamorado abandona la escena airado. Se escuchan los gemidos de la muchacha que pide agua. Llega un camarero. Mira a su alrededor.)

 

Camarero.-Oiga señorita, si no desea consumir nada déjeme libre la mesa.

 

  

TELÓN

 

 

 

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